¿Cómo saber más sobre cerveza? Terapia inmersiva Parte 1

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De los placeres de la vida, el olfato es el sentido que más satisfacción genera. Es clave entender que los olores tienen recuerdos y aquellos pueden generar una red de interpretaciones sobre el mundo. Experimentar la sensación del pasado y la complejidad de las notas generan un vínculo único entre el individuo y su experiencia. Claro está que entrenar ese sentido lleva tiempo. Acercar el recuerdo es un poco arduo.

Es gratificante que una bebida pueda ofrecer tantos recuerdos y olores. Cada ingrediente es la simpleza misma de la expresión aromática. Para crear una cerveza, no solo hay que saber qué ingredientes lleva. Se necesita explorar cada vez más hasta diferenciar lo que cada ingrediente puede aportar. Las maltas, los lúpulos y el agua, en contacto con la levadura crean un perfil único en cada cocción. Tres meses atrás, la experiencia cervecera se resumía en encontrar el estilo que más me gustara. Tres meses atrás sabía diferenciar la cerveza artesanal de la industrial. Hasta ahí. Resumía a la cerveza en solo entender si me gustaba o no el sorbo que acababa de mandarme. Pero, la vida es una constante búsqueda de placeres.

La cerveza es como el ADN: es un compendio de ingredientes que constituyen las características de cada una. Hay determinantes generales y luego rasgos únicos y perfiles específicos. Cada cerveza es igual y diferente en todo momento. Pero, al final, entender la teoría detrás de la cerveza solo sirve en el momento de la degustación. Con lo anterior, supe que debía entender la cara que no se muestra: su elaboración. Saber qué procesos se hacen para que sepa siempre tan rica y fresca, qué estilos existen y qué perfiles pueden desarrollarse químicamente dentro de este proceso. Y lo más importante: el preciado y único ser vivo que hace un milagro y transforma el mosto en una cerveza prístina y carbonatada.

Entender que el placer es una continuación de acciones que llevan al desenlace del recuerdo y disfrute, aumentan el éxtasis. Por eso, los amigos siempre lo llevan a uno a donde ellos saben que uno será feliz. En mi caso, un curso para certificarse como juez cervecero internacional. Más allá del planzaso de convertirse en juez, el curso envolvió mi entusiasmo con el consumo de cerveza, mis ganas por entender la totalidad del hecho cervecero y mi voluntad por entender los estilos cerveceros.