Fui steward en una copa de cerveza

6–9 minutos

Hace unos meses me escribí como voluntaria para una Copa de cerveza. Tenía que ingresar mi información básica de contacto y escribir un pequeño párrafo introduciéndome. Honestamente, pensé que no me iban a escoger. Me gusta la cerveza y escribo sobre ella, pero aún no me encuentro en proceso de certificación de BJCP o Cicerone, tampoco soy homebrewer. Sé que otros que ya estaban en ese proceso, también se habían inscrito. Para mi sorpresa, meses después de haber olvidado dicha aplicación, me llegó un mensaje que me hizo saber que estaba dentro. Había sido seleccionada.

Los días se fueron acercando hasta que llegó la semana: Empezaba la Copa de las Alturas. Los primeros días se concentraron en desempacar, registrar y organizar las muestras. Cervecerías y Homebrewers de toda Latinoamérica enviaron de 2 a 4 latas o botellas por tipo de cerveza para que estas fueran evaluadas. Cuando las muestras llegaban a mis manos, no podía saber de dónde venía esta cerveza. Lo que estaba a mi alcance, era un código QR, con el cual se le daba ingreso al sistema; un código de letras y números, los cuales identificaban esa cerveza puntualmente; y el estilo, con breves acotaciones. Me explico. La información que estaba para leer, era el número que se encuentra en la guía BJCP de 2021, el nombre del estilo y, si era el caso, las adiciones que presentaban.

Esto quiere decir que se podrían ver así:

12A. British Golden Ale.

Me llenó de alegría ver tantas muestras. En ese momento nos informaron que nos enviaron aproximadamente 400 muestras y que esperaban recibir más. El primer aprendizaje fue: envía de 3 a 4 muestras a participar. La razón fue sencilla, a veces habían latas fisuradas o botellas rotas. Si solo se enviaban 2 muestras y una se rompía, en caso tal de que pasaran a una evaluación para ganar una medalla, no habría muestra para evaluarla.

Durante este proceso de organización y clasificación fui conociendo a mis compañeros, aquellos que serían Stewards esa semana conmigo. Conocí personas que producían cerveza en diferentes escalas y lugares. Por resaltar algunos, quiero contarles que conocí a cerveceros de Costa Rica, México, Venezuela, Medellín y Bogotá. Esto fue lindo. Pude participar y escuchar conversaciones sobre cómo cada cual hacía su cocción de forma particular según la necesidad de la receta. Ellos me recibieron de una forma extraordinaria. Solo éramos dos personas dentro de todo el grupo que no éramos certificadas o que cocináramos cerveza. Sí, al comienzo sentí que no pertenecía a este espacio. Al poco tiempo, al conocer el equipo, me sentí incluida. Muchos de ellos valoraron lo que hacía en Beer Chronicles. De nuevo, sin quererlo, se me recordó esa apertura del mundo de la cerveza: Es para todos. Desde el productor hasta el consumidor. Me llenó de alegría.

Ya cuando se organizaron las muestras, organizamos las mesas y el orden en que se haría el proceso de evaluación. Estábamos preparados para que llegaran los jueces.

Al día siguiente, empezaba la copa oficialmente. Las mesas estaban equipadas con agua y galletas de soda: para poder limpiar el paladar entre una muestra y otra. Los jueces tomaron asiento y las bandejas llenas de vasitos empezaron a moverse por todo el espacio, las cuales llevaban muestras de cervezas de todos los estilos, para ser evaluadas.

Los jueces permitieron a algunos Stewards sentarse con ellos y hacer el proceso de cata. Esto fue lo más valioso para mi. La reglas eran sencillas: observa, huele, y prueba, pero no hagas caras. Cada mesa tenía entre 3 y 5 jueces. Cada uno probaba la misma muestra y empezaba la evaluación: ¿Está dentro del estilo? ¿Hay algún olor o sabor no deseado? ¿Qué está bien logrado? ¿Qué se puede mejorar?

Cada mesa era distinta. Había un juez director y el resto de jueces le seguían. En algunos casos, los jueces después de probar algunos sorbos, discutían sobre la cerveza. Otros, realizaban su evaluación primero y posteriormente discutían sobre esta. Era un proceso individual y grupal al tiempo. Cada juez dio una retroalimentación escrita al dueño de la muestra. ¿Por qué esto fue valioso para mi? Sencillo, porque tuve la oportunidad de catar las mismas muestras de ellos y escucharlos debatir.

Por ejemplo, si llegaba una Gose a la mesa, la guía BJCP indica que debería ser: “muy refrescante con un final seco, alta carbonatación y sabores vibrantes”. Sin embargo, si esta llegaba con poca carbonatación, ya se entraba a discutir el porqué esto se pudo haber dado, y verificar en qué escala esto se encuentra y cómo puede afectar la evaluación.

Lo emocionante de la guía BJCP es que describe el estilo de la cerveza: desde la impresión general hasta los detalles, como el aroma, la apariencia, el sabor, la sensación en boca, ingredientes característicos del estilo, ejemplos comerciales. Además realiza comentarios que pueden dar luces sobre cómo comparar un estilo contra otro o incluso un poco de historia del estilo. A pesar de que la guía da estas descripciones tan detalladas, para mi, no se puede comparar con la experiencia sensorial. El catar una cerveza se ve ligado a los sentidos de una forma tan aguda, que requiere cierta concentración para poder detallar las minucias de la receta. Lo interesante de esto, es que al final, este proceso recae en la memoria sensorial que tiene cada uno de nosotros. Para continuar el ejemplo de la Gose, si esta tuviera un sabor a lúpulo, esta se encontraría fuera del estilo, ya que este no debe estar. Sin embargo, si en tu memoria sensorial no se encuentra el sabor del lúpulo, quizá no lo podrías identificar de forma clara. Hay muchos olores y sabores que no están en mi memoria sensorial. Antes de ser Steward, tenía muchos menos. Ahora puedo identificar cosas como pintura, acetona, cilantro, acido láctico, ceniza, ahumado, entre otros.

Fueron dos días de evaluaciones de muestras y luego pasaron a las evaluaciones de las medallas. Sí, era emocionante escuchar a los jueces debatir sobre las muestras,. Las evaluaciones de las medallas eran otro nivel de adrenalina. Si bien, en estas evaluaciones ningún Steward cató las cervezas de evaluación, sí pudimos escuchar las disertaciones de los jueces. En las mesas para esta evaluación especial estaban conformadas entre cinco y ocho jueces. A veces tenían que juzgar solo una muestra para determinar su calidad, a veces tenían que juzgar cinco muestras al tiempo. Si llegaba más de una muestra en específico, era porque en esa mesa en particular estaba juzgando una categoría. Es decir, estaban juzgando un conjunto de estilos que son muy similares o son el mismo. Por ejemplo, podían ser tres muestras de Scottish Export y la misión de los jueces era decidir cuál era mejor y se merecía una medalla. Todos tenían que argumentar el porqué. En este caso, no sólo se evaluaba el estilo de la cerveza, sino que también estos pequeños adicionales que la hacían especial.

Por ejemplo, en la mesa de las Fruit Beer evaluaron una IPA con adición de mango. Esta cerveza estaba dentro del estilo y cumplía con las condiciones. Sin embargo, uno de los jueces resaltó que este sabor a mango era posible lograrlo con el uso de los lúpulos correctos. Ya que era una IPA, esta cerveza en específico requiere de lúpulo en su receta, este sabor se pudo haber logrado sin la necesidad de la adición de mango. Esta puede parecer información obvia para aquellos que cocinan y juzgan cerveza, pero para mi, fue un descubrimiento muy grande. Este es un ejemplo de varios momentos en los cuales aprendí un poco más de información sobre cómo abordar una cerveza y saber si está bien lograda. Es evidente que con sólo estar ahí aprendí mucho pero, al mismo tiempo, recordé el camino que me falta por recorrer para aprender más sobre las recetas y sus procesos.

Sin darme cuenta, así se pasó la semana.

Sin darme cuenta, tuve mi primera interacción con una copa de cerveza. Esto me dejó amistades que nunca me imaginé tener, conocimientos que me impactaron e ideas sobre cómo funciona el proceso de evaluar una cerveza. Quiero agradecer a los organizadores, Stewards y jueces que hicieron parte de la copa. Todos me enseñaron cosas nuevas, y me hicieron sentir bienvenida. Me recordaron que el mundo de la cerveza está abierto para todos.