Más sobre Nicho

Soy un bogotano entusiasta de los olores y sabores específicos. Todo empezó cuando al dejé de endulzar el café. Entrar a lugares distintos y probar café recién hecho me llevaron a catas. Aprendí sobre percepciones sensoriales. La variedad me daba pie para entender un principio básico: los recuerdos sensoriales son vitales para apreciar las notas del producto.
Cuando pensé que mi vida se sumergía en el café, empezó a llamarme la atención una bebida alcohólica de consumo masivo: la cerveza. No entendía por qué había mucha variedad. Lo único que conocía eran sus colores: clara, rojiza y oscura. Más allá de esa información, mi cerebro recibía con placer cualquier presentación. Un día dejé de obviar la ingesta de cerveza y quise saber más. Cada cerveza mezclaba los ingredientes a su manera. Algunas me gustaban más que otras, pero ninguna me disgustaba. Para esa fecha ya había probado otros alcoholes, pero no había nada similar al burbujeante liquido el cual le daba sentido a saciar mis ganas de tomar. Sí, al principio tomar cerveza era una cuestión más recreacional.
Los años pasaron y ya me sentaba con autoridad en una cervecería artesanal y descubrir que la cerveza tenía matices, cuerpos e ingredientes de mejor calidad. Además, cada cerveza tenía su estilo. Descubrí que las comerciales, la mayoría, eran Lager y se diferenciaban de las Ales. Entendí que las maltas hacen variar el tono y el color. Me interesé aún más. Pasé de tomar cerveza como una actividad recreacional a ponerle sentido, lógica y razón para entender su elaboración.
Sentarse en un recinto cervecero me generaba una expectativa social: desde los que atienden hasta los consumidores. Cada persona inmersa en la bebida tiene su particularidad y razón para estar ahí. Esa confluencia de personas llamaba mi atención. Cada visita estaba llena de historias. Siempre imaginaba qué estaba pasando en cualquier mesa. Sus interacciones y peculiaridades lograban colmar mi intriga con ganas de describir los acontecimientos. Siempre imaginaba lo que tuvo pasar para poder tener una bebida tan compleja. Cada sentada era un desarrollo de posibilidades las cuales me daban inspiración para querer hablar sobre ello: sobre el hecho social cervecero.
El universo cervecero se ramificaba cada vez más. Había temas, sabores y lugares nuevos. Estaba en el punto perfecto entre seguir ahondando o solo disfrutar. Con mis habilidades adquiridas de catas café, entendí que estaba preparado para abordar la vida y la bebida con seriedad. Aquella seriedad me llevó a darme cuenta de tres cosas: Primero, la cadena de producción de la cerveza es una obra de arte; Segundo, disfrutar de una cerveza es un instante de placer; y tercero, entender el hecho cervecero como el ambiente social alrededor. Esos tres pilares le dieron razón al impulso de escribir. Entendí que el objetivo es plasmar la experiencia de manera que todo el mundo puedan antojarse y deleitarse de una buena cerveza.
Nicho
